LA FLOR DE LOTO . por Juliàn Marcel
Inés Púrpura, La Belleza, Milena Caserola, 64 páginas
La gran belleza es la que parte del caos
Carlos Regazzoni
Una de mis metáforas favoritas es aquella que los budistas siempre mencionan: la flor de loto que crece virgen en medio del pántano del mundo. Debo ser sincero: yo esperaba este libro de Inés Púrpura como a esa flor. Había tenido la oportunidad de leer sus fanzines hacia pocos meses (y que fueron comentados en este blog) y quería conocer más de sus versos. Cuarenta y cinco poemas son los que componen este libro, y su tema recurrente pero no agotable es el amor. Por suerte, la poeta no está hablando de un amor supérfluo, azucarado, lleno de lugares comunes ni tampoco de un amor controversial, rabioso. Todo lo contrario: creo que Inés rescata la esencia del amor, su espíritu, aquello que determina justamente aquello que hace mención el título del libro: la belleza.
Algunos poemas ya formaron parte de los fanzines editados anteriormente, sin embargo en este corpus adquieren un sentido especial, lo cual es un gran merito de la artista. El amor aparece en su pureza con poemas de apenas un verso (Tan solo un amor) o de seis o siete versos:
y
yo
te amo
como se aman
las cosas pequeñas
tan cerca
que el ave
se confunde con la luz
En otras ocasiones, necesita explayarse durante más de treinta versos , porque además de buscar la pureza, quiere contarnos una historia, que es su vida. El poema En una casa pequeña alguien quemas las antiguas poesías, se ve claramente esta intención. Damián Fabiani ilustra las páginas de un modo tal que La Belleza también son las ilustraciones que lo acompañan, y no un mero acompañamiento. Fabiani supo entender el idioma que este libro rezuma.
Tomando este contexto del libro me permito hacer una confesión respecto a mi concepción de belleza: más de una vez me he quedado maravillado mirando a las chicas y a los chicos adaptándose a los rigores de la moda que eligen, con sus cortes de cabello, con sus ropas, etc. Tengo que decirlo: yo soy muy ortodoxo en cuanto a prendas, y hasta hace muy poco en cuanto a cabellera también fui bastante formal. Hace pocas semanas me pelé, pero nada más. En cambio, cuando veo esa presencia tan fuerte de chicos y chicas me quedo absorto pero no de sorpresa ni mucho menos de desagrado. Sino de amor, me encanta verlos así tan libres, tan seguros de lo que eligieron. Tan hermosos. Y creo que esa es la belleza pura: la de sentirse libre de espíritu, de presiones, siendo fiel a sus esencias aunque estas sean contradictorias. Conjeturo que de esta misma belleza nos habla durante todos los poemas Inés Púrpura.
Por sobre todas las cosas, la artista encuentra la belleza en los sectores marginados (marginados, no marginales):
con la espalda herida
por la electricidad
al cabalgar un tren
el "pibe chorro" zafa
y sigue siendo
un pibe
También los corazones solitarios son hacedores de belleza pura:
No soy más ese pibe cabizbajo,
al que le rompiste el corazón
Soy fuego
Soy ese poeta borracho de palabras.
La noche también tiene su página:
Noche hermosa
es más
nuestra belleza
la vida salvaje
cabalga en el cielo
En la indefinida identidad de un pogo:
¿Te has perdido en una canción?/
me pierdo en los recitales/
en el pogo/
en la inmediatez de una canción/
que este mundo nos duele menos.
Son estos lugares los elegidos porque precisamente ahi mismo no hay reglas, no hay disposiciones. La belleza es natural. Inés (creo) observa la vida con ojos de poeta que ha atravesado desiertos, barrios oscuros, ciudades doloridas, con la paciencia de un orfebre. Apreciemos estas flores, estos versos que han tardado en aparecer pero que por fortuna tienen su perfume, su luz, sus espinas y su sensibilidad tan firmes como siempre.
